sábado, 25 de abril de 2009

Ilustración historiada I

hace unos días se me ocurrió lo siguiente: En vez ilustrar historias con dibujos… aplicar historias a dibujos previos al texto. Me he explicado y aquí os dejo la primera de esta serie de “Ilustraciones historiadas”

 

Pensamientos de un busto de carne existencialista que reposa sobre una silla.

busto copia

Parte 1. Comienzo de la historia donde el busto de carne toma conciencia sobre si mismo.

Sobre una silla de repente el busto de carne supo que “era”. Sobre su pie carnoso, de hueso pero de planta blanda, sintió la silla, ligeramente mullida pero de armazón de madera.

Su único ojo recibía imágenes y entonces supo que “veía”. Paredes rojas, suelo pardo y una agobiante atmosfera de los 60’s. No pensó precisamente eso, aun no pensaba realmente, pero empezaba a “saber que era”.

Las membranas dolorosamente sensibles de su cabeza recogían cada vibración y sonido de la habitación. “Tic-Tac-Tic-Tac.” Supo que “eso dolía”.

Parte 2. Primeros pensamientos del busto de carne y donde sobre una silla recibe una asombrosa revelación.

“Busto de carne” sabía que existía. Había mirado alrededor hasta donde su cuello y su único ojo le permitían. Era una sala roja con paredes y techo rojos. Suelo marrón y un reloj de pie de madera o aglomerado donde resonaba su péndulo. Marcando el paso del tiempo. “Busto de carne” Se volvía loco de dolor con cada segundo lo que hacia que su atención estuviera centrada, siempre, en los espacios entre el ir y el venir del péndulo.

Su carne blanda, sensible y aguijoneada de pequeñas venas sentía el calor de la habitación y producía redondas gotas saladas que le refrescaban la piel.

De repente, sin avisar, unas de esas gotas floreció en su ojo y pesada e hinchada de tristeza y dolor resbaló hasta su pie inmóvil. Esa fue la revelación. Sentía tristeza y eso lo comprendió. Comprendía algo y no podía comprender mas.

Parte 3. Donde el busto de carne no puede superar la tristeza y el dolor.

El reloj le volvía loco, loco de dolor y tristeza. Cada segundo resonaba en el interior de su cabeza y le partía el ser. No sabía si la tristeza era producto de ese dolor. No se preguntó eso tampoco, es decir, para él la tristeza, el dolor y la habitación roja con el reloj era TODO. Con todo quiero decir lo contrario a nada. Era el universo.

La tristeza le oprimía la cabeza y el dolor se la partía. No podía más, no llegaba a comprender su existencia. “¿Hacía cuanto que existía?” “¿Cómo había llegado a existir?” “¿Por qué existía?”

Simplemente era demasiado para él, el busto de carne.

Parte 4. Donde el busto de carne muere de manera extraordinaria.

Volvió a resonar otro segundo. “Tic” la membranosa carne de su cabeza vibró de dolor .“Tac” el dolor se le introdujo en los sesos como largos cristales dentados. Resbalaban lagrimas preñadas de sufrimiento, gotas de sudor rojizas de sangre. “Tic” Tiembla todo. El espasmo. Y su ser se retuerce entre el éxtasis y horror. “Tac” un bulto aparece sobre su cabeza, hinchándose rojizo y giboso. Cada vez más tenso, cada vez más rojo.

A cada segundo un nuevo bulto, a cada segundo mas dolor. La cabeza explota, todo sesos, hueso y carne sensible, tierna. El busto ya no es tal, solo pie y cuello. A cada segundo salen chorros de sangre, como al compás de un desconocido corazón. “Busto de carne” ya no es.

2 comentarios:

Rebeca dijo...

Y muere, conociendo sólo la incertidumbre, el dolor y la tristeza... Pobre busto de carne.
Me gusta cómo quedan las ilustraciones historiadas, sigue con ello :)

エリザベート dijo...

Busto de carne a sido desgraciado en su corta vida.
Mejor morir que sufrir como lo hizo el.