domingo, 2 de agosto de 2009

Improbable

Las fluctuaciones de la realidad ondean al son de las manos de “La última cena” de Da Vinci. Bueno, odio todo eso de las conspiraciones así que dejare los homenajes de obras de arte del renacimiento para alguna otra (ácida) ocasión . La cuestión es que la realidad ondea, ondea con los pensamientos. *Risas* vamos; es una broma. La realidad es la dura piedra con la que moldear nuevas posibilidades. Pero es dura, la jodida.

Una vez vi algo tan duro como para romper la realidad. La cabeza de Alex. Alex tenía la cabeza en media centena de dimensiones “extra” y se podía ver como la cabeza “fugaba” en la línea de universo a la vez que se establecían nuevos puntos de vista a través de varias dimensiones, como lentes de colores desconocidos. Podría afirmar que su ojo tenia la forma de un platano creciendo en al ritmo de un “blues” interpretado por una orquesta de monos chifados.

Alex era poeta. No podía ser de otra manera. Sus matemáticamente probables versos hacía sentir sensaciones similares a las que tendría un poliedro desgranándose en moscas de siete dimensiones.Sus estrofas creaban campos de gravedad a través del polvo y sus rimas revelaban los secretos de los ángulos erróneos.

Pero Alex, se sentía solo en sus infinitesimales facetas. Se sentía como un diamante a la duocecima potencia entre circonitas 2d. Es decir, ¿Quién podía entender una poesía que físicamente abarca mas allá que su propio marco de realidad, que ha de leerse atraves de la nubosas formas de una dimensión ya de por si incorrecta?
Alex caminó a través de los planos mentales y metafísicos para llegar a Otro Sitio. Sus versos sirvieron de lanzadera a través de varias leyes imposibles para su viaje infinito.

Quiero decir, que Alex se fue y no volvió. Quiero decir que la improbabilidad de nuestra existencia nos puede llevar a otro sitio. Somos dudosamente inteligentes en una realidad probable en algún sitio improbable en la que ideamos posibilidades para intentar aclarar nuestra dudas a través de un dialogo imposible y así agrandar el marco de lo real.

O no.

martes, 28 de julio de 2009

Línea de universo

"Mierda” Pensó J. , al ver que la línea de universo de la pequeña Sandra acababa en el parachoques de su Clío.

lunes, 15 de junio de 2009

La Torre - Comienzo

El póologo de un comic que espero continuar…Clikar para agrandar (creo)

 

pag 1 blog

 

pag 2 blog

sábado, 16 de mayo de 2009

Paisajes humanos

I

Doce polos opuestos a otros doce. Cada uno tiene su columna ribeteada en oro, oro de la muerte de las estrellas. Cada una marca un límite, veinticuatro limites. Veinticuatro puntos que enmarcan este gran desierto. Un gran desierto de sal bajo un cielo azul sin sol. Podríamos estirarnos e intentar llegar a un límite y rebasarlo. Pero somos nuestros límites.

Y un cordero muere en el desierto, sus tripas sobre la sal, su vida bajo el cielo azul. Su alma entre los veinticuatro limites.

II

Entre dos elevaciones, personales, se encuentra la planicie donde la lengua a veces resbala.

III

La cueva de dos bocas exhala su profundo suspiro. Huele a menta, rocío y humo.

El fuelle del mundo alimenta el fuego. Y el fuego llama, atrae, con su gravedad.

Inhalamos, inhalamos. No quema pero duele. No duele pero quema. Bajo la cueva una ligera cuenca por donde la lagrimas a veces, y solo a veces, retornan por un blando cráter de fuego.

IV

Y se pierden buscando formas, texturas y matices. Es la forma de vista primigenia. Observan el paisaje como un cartógrafo; sus humedales, junglas y arenas. Buscan huecos, colinas y accesos. Y las manos trabajan la tierra, cavan hondo, esparcen la vista como un manto de hierba.

V

Atlas no habría esperado jamás dos columnas como aquellas. Donde el azúcar, siempre moreno, brilla al rocío. Si capitel alguno y cuyas basas eran sendos arcos de tensión. Y regamos las raíces, con profusión, con risas, con calor. Librando su artesanía de la corrosiva sal del desierto. Despejando la delicadeza de las cuerdas salobres y viejas.

VI

Sobre el cielo azul nunca habrá un sol aunque lo imaginemos. Un universo de partículas, como matorrales, se extiende hacia el interior de la esfera del cielo. Y la esfera comprende los límites y los fija solo deseando no haberlos fijado. Y un cordero muere, a la luz del universo, sus tripas sobre la sal, su sangre coagulada por la peste.Sobre un cielo azul mil pájaros vuelan a los matorrales de nuestra mente.

VII

Y solo las dunas calman nuestra vista, solo las dunas acunan nuestros ojos.

VIII

El paisaje, denudo, abierto. El paisaje, en silencio, sobre la sal.

jueves, 30 de abril de 2009

Ilustraciones historiadas III

 

La siguiente historia no es mía, es una colaboración… Yo hice la ilustración pero la historia la escribió Rebeca (la veréis comentando por aquí así que no os doy mas detalles). Espero que os guste y… COMENTAD MALDITOS!!!!

(Muchas gracias REBECA!!!)

Roxanne

pareja 2 copia

La agonía le oprimía el pecho. Llevaba mucho tiempo corriendo, tanto, que no podía recordar cuando empezó. Apenas si recordaba lo que pasó, lo que la impulsó a correr. Un fuerte viento le golpeaba la cara y el olor musgoso de la humedad le invadió los pulmones.

Corría.

El tacto suave de unas manos, desabrochando hábilmente su camisa. Calientes, curiosas. - ¿Hasta dónde me vas a dejar llegar?

El repentino recuerdo de un olor dulce, excitante, asaltó su cerebro. – ¿Pero qué…? Sus pies descalzos resonaban rítmicamente sobre el asfalto.

Las mismas manos, palpando sin cuidado sobre su pantalón. - Estás muy húmeda cariño… Déjame que vea cómo solucionarlo. Notaba cómo la excitación iba extendiéndose como un relámpago por todo su cuerpo.

- ¿Qué coño ha pasado? ¿…Por qué sigo corriendo?

Su cuerpo desnudo, sus brazos acariciando una espalda cuyos relieves le eran desconocidos, acercando su fuente de placer, sintiendo el contacto húmedo y cálido de unos labios contra su piel. – Q..Quiero más…

El restallar de un trueno. Giró la cabeza. La calle estaba desierta, salvo por una cortina de agua que comenzó a extenderse desde el final de la calle. Siguió corriendo sin saber por qué. Una sensación insistente y palpitante comenzó a crecer entre sus piernas. Ahora que empezaba a recordar, quería más…

Una fuerte presión… Un calor inusual impulsándose desde su vientre por todo su cuerpo…

La lluvia le dio alcance y cientos de gotas restallaban enérgicamente contra su cuerpo, creando pequeñas oquedades que desaparecían tan pronto como emergían…

…creciendo a oleadas, una y otra vez, con aquellas manos firmes en sus caderas…

…y contra su ropa, que a cada paso que daba se humedecía más y más…

… mientras su columna se arqueaba y sus labios formaban una perfecta ‘O’…

. . .

. . .

Su cara se contrajo en una mueca de placer. El olor a humedad era cada vez más intenso. Pasó la lengua por sus labios, resecos pese a la lluvia, y detectó en ellos un suave sabor a sal. Temblaba, aun sin darse cuenta de aquello a lo que se estaba aproximando. Aún corría, y mientras lo hacía abrió los ojos, a tiempo de ver lo que parecía un enorme y arqueado pico negro, cerniéndose sobre ella. La niebla lo cubrió todo. Lo último que escuchó fue el chasquido de su pecho cediendo contra el asfalto.

martes, 28 de abril de 2009

El día que estornudé un gnomo

Lo siento, hoy no tengo potencial para inventarme una historia de ficción así que os contare el día que estornude un gnomo. La cosa empezó como empiezan todos los estornudos; con un ligero picor en mi nariz y terminó como es normal; en un poderoso "achis". Había estornudado un Gnomo

sábado, 25 de abril de 2009

Ilustraciones historiadas II

Contestador automático de un hombre muerto

contestador copia

“Este es el contestador automático de Emilio Saez, ahora no puedo atender el teléfono por favor deje su mensaje después de la señal...”

*Señal del Contestador automático*

“...*ejem* Hola soy Adrián, me dijiste que me llamarías hoy para ver los planos, llámame cuanto antes...”

*Señal del Contestador automático*

“...Soy yo, Laura, ¿Dónde estás? Quedamos hoy a las 4 para que vinieras a por tus cosas y no has aparecido, al menos podrías haber avisado que no ibas, llámame para quedar mañana o tirare las cajas...”

*Señal del Contestador automático*

“ Hola, le llamo de Instrum Lexus para informarle que tiene una factura de 255€ pendiente con telefónica y le llamamos APRA recordarle que la fecha límite de pago es dentro de dos días y que si no paga le incluiremos en nuestras listas de morosos, gracias.”

*Señal del Contestador automático*

“ Hola tío, soy Jorge ¿Cómo llevas lo de Laura? No he podido llamarte antes, he tenido unas semanas infernales en el trabajo. Tío, llámame y quedamos un día de estos...”

*Señal del Contestador automático*

* Señal monótona de un teléfono colgado*

*Señal del Contestador automático*

“Soy Laura otra vez, mira... no te molestes en venir a por las cajas, las he dejado en la basura...”

*Señal del Contestador automático*

“ Le llamamos de la Sala Real, por la anulación del banquete nupcial, le informamos que el pago de reserva y la mitad del pago total son a fondo perdido  y no serán reembolsados, por favor llámamelos para comunicarnos su número de cuenta para ingresarle el resto, gracias.”

Ilustración historiada I

hace unos días se me ocurrió lo siguiente: En vez ilustrar historias con dibujos… aplicar historias a dibujos previos al texto. Me he explicado y aquí os dejo la primera de esta serie de “Ilustraciones historiadas”

 

Pensamientos de un busto de carne existencialista que reposa sobre una silla.

busto copia

Parte 1. Comienzo de la historia donde el busto de carne toma conciencia sobre si mismo.

Sobre una silla de repente el busto de carne supo que “era”. Sobre su pie carnoso, de hueso pero de planta blanda, sintió la silla, ligeramente mullida pero de armazón de madera.

Su único ojo recibía imágenes y entonces supo que “veía”. Paredes rojas, suelo pardo y una agobiante atmosfera de los 60’s. No pensó precisamente eso, aun no pensaba realmente, pero empezaba a “saber que era”.

Las membranas dolorosamente sensibles de su cabeza recogían cada vibración y sonido de la habitación. “Tic-Tac-Tic-Tac.” Supo que “eso dolía”.

Parte 2. Primeros pensamientos del busto de carne y donde sobre una silla recibe una asombrosa revelación.

“Busto de carne” sabía que existía. Había mirado alrededor hasta donde su cuello y su único ojo le permitían. Era una sala roja con paredes y techo rojos. Suelo marrón y un reloj de pie de madera o aglomerado donde resonaba su péndulo. Marcando el paso del tiempo. “Busto de carne” Se volvía loco de dolor con cada segundo lo que hacia que su atención estuviera centrada, siempre, en los espacios entre el ir y el venir del péndulo.

Su carne blanda, sensible y aguijoneada de pequeñas venas sentía el calor de la habitación y producía redondas gotas saladas que le refrescaban la piel.

De repente, sin avisar, unas de esas gotas floreció en su ojo y pesada e hinchada de tristeza y dolor resbaló hasta su pie inmóvil. Esa fue la revelación. Sentía tristeza y eso lo comprendió. Comprendía algo y no podía comprender mas.

Parte 3. Donde el busto de carne no puede superar la tristeza y el dolor.

El reloj le volvía loco, loco de dolor y tristeza. Cada segundo resonaba en el interior de su cabeza y le partía el ser. No sabía si la tristeza era producto de ese dolor. No se preguntó eso tampoco, es decir, para él la tristeza, el dolor y la habitación roja con el reloj era TODO. Con todo quiero decir lo contrario a nada. Era el universo.

La tristeza le oprimía la cabeza y el dolor se la partía. No podía más, no llegaba a comprender su existencia. “¿Hacía cuanto que existía?” “¿Cómo había llegado a existir?” “¿Por qué existía?”

Simplemente era demasiado para él, el busto de carne.

Parte 4. Donde el busto de carne muere de manera extraordinaria.

Volvió a resonar otro segundo. “Tic” la membranosa carne de su cabeza vibró de dolor .“Tac” el dolor se le introdujo en los sesos como largos cristales dentados. Resbalaban lagrimas preñadas de sufrimiento, gotas de sudor rojizas de sangre. “Tic” Tiembla todo. El espasmo. Y su ser se retuerce entre el éxtasis y horror. “Tac” un bulto aparece sobre su cabeza, hinchándose rojizo y giboso. Cada vez más tenso, cada vez más rojo.

A cada segundo un nuevo bulto, a cada segundo mas dolor. La cabeza explota, todo sesos, hueso y carne sensible, tierna. El busto ya no es tal, solo pie y cuello. A cada segundo salen chorros de sangre, como al compás de un desconocido corazón. “Busto de carne” ya no es.

jueves, 19 de marzo de 2009

Historias Prohibidas IV

Siete cigarrillos

El interior del paquete de tabaco le devuelve la mirada; siete cigarrillos esperan en el pequeño espacio. El mismo parece un cigarro encerrado en la cabina del ascensor. Coge uno de ellos y se lo lleva a los labios, lo enciende y respira a través del filtro con el placer de un adicto. Son las 11:49 de la mañana, lo comprueba mirando el reloj dos veces; hace 34 horas que llego al ascensor, solo dios sabe cuantas ganas tiene de salir de allí, solo dios sabe cuantas tiene de no salir nunca mas. Un vistazo alrededor y el minúsculo espacio parece encoger. Se encuentra habitando un ascensor viejo; la paredes están revestidas con una chapa metálica que imita la madera, no hay espejos y ocho botones se ordenan en columna; cinco para los pisos, uno para la planta baja, otro para detener el ascensor y otro mas para conectar la alarma por si te quedas encerrado en su interior, este último no lo pulsará. No puede dejar de fijarse en el botón del piso cuarto; el número esta ligeramente inclinado, le irrita verlo así y durante unos instantes no deja de mirarlo. Las luces blancas e impersonales del neón le agobian y el aire viciado empaña las puertas automáticas de acero. Siente la respiración pesada, es la ansiedad, se agazapa en el suelo y se queda contemplando el suelo lleno de cenizas y colillas. Tiene mucha sed, fuma para huir de la sed, para huir de los recuerdos, para huir del mundo. Se permite un pensamiento pasajero, recuerda a su hermana, solo un instante.

Tiene dos años mas que el, pero es dos cabezas mas baja, le recuerda despidiéndose de el con un ademán – Hoy comeremos juntos-. La ceniza se cae como copos de nieve sobre su pantalón vaquero mientras se pregunta que habrá sido de ella. El cigarro se consume sin apenas tocarlo y el se centra en sus pantalones; no recuerda como se ha roto la pernera derecha, pero el desgarrón ha dejado el pantalón para tirar, un escalofrío le sube por la espalda al intentar imaginar como se ha roto. Tiene mucha sed. Tiene hambre, necesita respirar.

Se despierta horas después, se durmió debido a la sed, piensa, ha sido un sueño tranquilo sin pesadillas ni recuerdos; el sueño de los inocentes, al menos eso quiere creer. 38 horas en menos de dos metros de espacio. Sin agua, sin comida. Con miedo. Un nuevo vistazo al ascensor, con sus ocho botones, el del cuarto piso con el número inclinado; las paredes recubiertas de chapa que imita madera; la barandilla de aluminio; la agobiante luz blanca de neón. Se marea, intenta concebir un sueño tranquilizador pero es imposible. Piensa en todo el mundo, fuera del ascensor, ajeno a el. Sabe que tiene que salir, le da miedo pero tiene que salir. Sigue fumando lentamente, eso le ayuda a olvidarse de todo. Solo le quedan cuatro tristes cigarros.

A las 44 horas vuelve a mirar el paquete de tabaco, un solo cigarro habita el paquete arrugado. Siente simpatía por su último cigarrillo que automáticamente le recuerda a el mismo. Nada impide que se lo lleve a la boca y lo encienda. Ha decidido que tiene que salir; dará al botón del cuarto piso, ligeramente inclinado, y será la primera vez que se mueva desde que se subió al ascensor y presionase el botón de bloqueo. Una suerte que el ascensor fuera viejo y tuviera tal botón. No piensa en su huida hasta allí, en su lucha por vivir cada segundo, no piensa en la muerte.

El hambre le hace pensar en la comida que ya no tendrá con su familia; su madre y su padre hablando del trabajo y el de su casi finalizada carrera, su hermana sarcástica y amistosa. Imagina un plato humeante de carne guisada con abundante salsa, guisantes, patata y zanahoria. Sazonada, por que no, con pimentón. Todo ello regado con vino rojo y oscuro. Se le escapa un sonido parecido a la risa. Que ironía pensar en comer en esos momentos.

Aspira con profundidad el aire viciado y con olor a tabaco. Son las 22:17. Lo comprueba mirado el reloj dos veces. Piensa si debería rezar algo pero no cree en nada y se sentiría estúpido. Da al botón del cuarto piso, el ascensor se pone en marcha de manera brusca. Y se detiene de igual forma cuando vuelve a pulsar el botón de bloqueo antes de llegar a su destino; pega la cara a la puerta de acero cierra los ojos y escucha: Nada, solo el olor metálico de las puertas y el acelerado sonido de su corazón. Una última calada y tira la humeante colilla al suelo. El ascensor se acciona cuando vuelve a pulsar el botón del cuarto piso. Aun esta exhalando el humo de la última calada cuanto las puertas metálicas se abren. El aire viciado con olor a tabaco huye del ascensor y se mezcla con el olor dulzón y desagradable de la carne muerta, aun sigue saliendo humo de su boca cuando grita, cuando una docena de manos le arañan y desgarran, cuando unos fríos dientes le atraviesan la carne. Quizás piensa en su hermana, quizás reza, quizás solo muere.

La colilla del último cigarrillo aun humea en el ascensor, cuando su cadáver medio devorado se reanima en el suelo del cuarto piso.

martes, 17 de marzo de 2009

Historias Prohibidas III

Esta es una historia que escribí hace un par de meses, creo, para otro blog que íbamos a hacer compartido. Pero la chica que se encargaba de ilustrar la historia ha desaparecido prácticamente  en sus estudios. Así que le publico por aquí…

NOVARED

En sus ojos solo se reflejaba la pantalla. Ello impedía que se notasen sus pupilas dilatadas y su mirada vacía.

La pantalla, vidrio que flotaba frente a él, era más que una ventana, mas que un objeto o un paisaje. Era el todo.

-Quieres follarme.-

Esa frase parecía flotar sobre todas las demás. No era una pregunta. Intentó rastrear la procedencia del mensaje. No pudo encontrar nada. Ese mensaje simplemente había aparecido ahí y ni preguntaba ni concedía nada. Era extraño, desde hacía casi un cuarto de siglo estaba prohibido la pornografía en NovaRed. Es mas, se castigaba con multas el simple hecho de hablar de sexo. Claro que había canales...formas... trucos y maneras.

Cansado apagó la pantalla. Durante unos momentos se apretó los ojos fuertemente pero el resplandor seguía clavado en su nervio óptico y el mensaje en su cerebro.

Volvió a encender la pantalla. Las palabras continuaban allí.

“Necesito otra dosis” pensó para sí. Y alargo la mano hacia el inyector que reposaba cerca de la consola. Cuando la droga llamada Trance se introdujo en su torrente sanguíneo su cerebro se sumió en una concentración extrema sobre el monitor. En simbiosis con su ordenador Terminal IX contestó al mensaje.

-¿Quién eres?-

Su mente saboreo cada letra como si de una liturgia se tratará.

Su pulso se reguló al del reloj interno de su Terminal IX. La droga ya había completado su ciclo y si existía algo más que Terminal IX y la NovaRed no era capaz de distinguirlo. Ni quería hacerlo.

Durante los minutos de espera su mente vagó por recuerdos. Y el monitor correspondió en imágenes. La época de la Recesión que vivieron sus padres y él apenas conoció, las revueltas de 2013 cuando él apenas era un niño. Y la ascensión al poder de Nueva Fuerza y su nuevo régimen. Lo que sí recordaba perfectamente fueron las persecuciones posteriores, la hambruna y el levantamiento de NovaRed en toda Europa. La Nueva Europa del partido. NovaRed es más potente, más real y más interesante que la realidad. Y si sabes cómo domesticarla también te hace mas libre. O te esclaviza, depende del punto de vista. El Partido les había quitado la libertad, pero les había dado NovaRed.

La última dosis de Trance le había dejado vagando por el brumoso mundo de los recuerdos junto a su Terminal IX. En sus ojos se reflejó la respuesta.

-Sabes quien soy. Quieres follarme.-

“Necesito mas Trance” alargó la mano y apenas si notó el pinchazo. Miles de imágenes, a velocidad vertiginosa aparecieron y desaparecieron en la pantalla. Sensible a sus pensamientos. Las imágenes se clavaron como alfileres en su cerebro. Imágenes intercaladas de sexo, pasado, guerra....

Intento rastrear la procedencia de las imágenes. Nada, venían de ningún sitio.

-¿Cómo sabes que quiero follarte si ni siquiera se quien eres?-

Mientras tanto su mente, afilada por Trance recorría la NovaRed a gran velocidad, buscando rastros, encontrando imágenes, personas, y zonas ocultas y canales privados donde todo era posible en la mente. Olores y vapores, humedad y colores imposibles invadieron su imaginación al son de su propio pulso.

-Por que lo piensas. Por que se deseas poder follarme.-

“Mierda, pensó, me han hackeado. Están en mi cabeza, he tomado demasiado Trance.”

Estaba perdiendo el control, su mente ya no podía diferenciarse de su Terminal IX y la pantalla solo mostraba más y más imágenes y grabaciones. Lo que el deseaba pero no sabía. Lo que el sabía pero no deseaba. Intento apartar la mirada del gran vidrio pero no pudo. Él ya no era él. Recorrió los mil canales de ocio y vio los archivos históricos, El Partido de la Fuerza Nueva, los pecados de la humanidad. La Nueva Europa. La esclavitud autoimpuesta para mayor tranquilidad. Un sonido lejano le sobresaltó. Era su propia voz, su garganta que gritaba. Gritaba por la verdad, por la certeza de quien era el emisario de los mensajes. Era él mismo.

-Fóllame.-

lunes, 16 de marzo de 2009

Historias Prohibidas II

He de escribir a la facultad para que anulen mi matricula. He de conseguir que no me corra convocatoria y que no me quiten la beca. He de conseguir trabajo. He de intentar crear algo consistente. He de conseguir un rumbo. Hacer elecciones acertadas y tener confianza.

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Por supuesto David sabía que todo aquello debía estar mal. El asesinato estaba mal. El no quería matar por matar, el solo quería saber si ese era su destino. Ser un asesino. Realmente creo que no divagaba tanto, eso es cosa mía. Seguramente solo quería hacerlo.

Que importa, los hechos son los hechos. Cogió un par de Cutters, si , cutters... Le seducía su nombre: “cortador”. Era poéticamente concreto. Se río hacia sus adentros. La victima es difícil de elegir. Así que no pensó demasiado; se puso su cazadora guardo un par de cortadores en los bolsillos y salió.

Las calles de la ciudad (que me abstendré de nombrar) estaban mojadas por una fina llovizna. Nunca para de llover. Por suerte tenía una capucha de tela en la sudadera. Pronto esta capucha se le pego a la cara y se le hizo pesada por la humedad.

Es gracioso como los gobernantes cuidan mucho las zonas turísticas y de interés cultural (es decir...económico) y abandonan a su suerte las zonas donde la gente realmente vive.

Todo esto no se si lo pensaba David. Seguramente no, seguramente son pensamientos míos. El cutter de mango plástico estaba caliente en su mano cuando torció una esquina sucia de una zona no turística.

Intentaré no dejarme llevar por sentimientos: La victima era un cualquiera, un universitario cualquiera que paga una habitación cualquiera con el dinero de unos abnegados padres como los de cualquiera. Y por supuesto un jueves el joven ha de ir borracho.

Era mas bajo de que David, tenía el pelo corto pegado a la cabeza lo que hacia visible la forma de su cráneo.

Si, David se fijó en esto, también se fijó en que el chico intentaba fijar la vista en el y seguramente también pudo darse cuenta del miedo creciente cuando se abalanzó.

Los cutters son frágiles y después de un corte profundo en la zona abdominal se partió dentro de la carne del estudiante anónimo. La sangre se mezclaba con la lluvia mientras el chico caía. David saco el otro cortador y acabo el corte del abdomen, también le cortó el cuello. Si, a la inversa que Jack. A modo de homenaje. Contempló su acto durante un instante: la sangre espesa diluyéndose bajo la lluvia, los intestinos malolientes, brillantes y cálidos esparciéndose como mermelada. El débil gorgoteo de la tráquea en la última expiración.

Andando pesadamente metió las manos en los bolsillos, con el resto de ambos cutters y se fue a su casa con el olor de la sangre en sus manos.

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Ya… lo se.

viernes, 13 de marzo de 2009

Historias Prohibidas I

I

Somos hueso, carne y sangre. Hueso como pilares, como mitos que nos sostienen. Carne, recordatorio del drama de la muerte y el decaimiento. Sangre, de nuestros deseos, sueños y dolor.

Nos gusta beber los deseos ajenos, su sangre, para alimentar los nuestros. Nos gusta comer su carne, su drama, para fortalecer nuestro cuerpo y mitigar la desesperación. Nos gusta destruir los mitos ajenos para que prevalezcan los nuestros, como huesos blancos al sol del desierto. Somos caníbales, de alguna forma consumimos a nuestros semejantes.

II

Hay gente que es más consciente de esto que otra. Raúl era consciente de su naturaleza como depredador de semejantes. No sentía piedad en la lucha diaria, era expeditivo y un guerrero avezado en la lucha de la rutina. Raúl tenía lo que quería, con sus pequeños fracasos y sus grandes victorias. Podría recordar a un solitario felino, majestuoso y eficaz. Cruel y asesino.

Por supuesto Raúl nunca había matado nadie, pero si había arruinado sus carreras, había destruido sus proyectos, los había apartado de sus metas. El prosperaba en su vida a costa de la caída de otros. Era un caníbal.

Digo era por que ya no es. Siempre existe el pez más grande. O si no, siempre existe el caníbal más fuerte, monstruoso y cruel.

Raúl volvía del trabajo satisfecho con la caza diaria, se sentía poderoso e hinchado de carne. Respiró hondo el olor sintético del interior de su coche. Éste hormigueo en su nariz mientras el motor arrancaba sin un quejido. Conducía rápido hacia su hogar, en su fiable coche de color plateado, la noche era fresca de principios de verano. Algún insecto hacía resaltar la profundidad de la oscuridad que como una cúpula lo envolvía en la pequeñez de su vehículo.

III

Sintió el alivio del descanso merecido al ver aparecer su confortable casa como una isla en la noche. Era una casa grande, alejada de los ajetreos de la ciudad. Contaba con todos los pequeños lujos que el siempre había deseado. Vivía con su mujer, bella y perfecta para el y con su hija de apenas cinco años. Una familia que el se merecía. Se preguntó porque estaban todas las luces encendidas, pero duró poco la inquietud.

IV

Cuando el motor se apagó bajo las luces azuladas de su garaje el silencio le invadió. Salió del coche y el olor de gasolina del garaje, de grasa y de metal le atacó el olfato. Y sintió nauseas. Entro en su casa por la puerta del garaje y el silencio le taladró los oídos.

V

El olor metálico de la sangre tiene la aptitud de ser saboreado, de hacerse pegajoso sobre la lengua. Raúl degustó esto, y supo que algo iba mal. Grito algo como “Hola” o “Cariño”. Y se arrepintió en el acto al entrar en el salón y ver la sangre que salpicaba las paredes y el suelo. Se acercó al sofá, blanco y caro.

VI

Sobre el sofá algo blando, de olor acre y forma irreconocible. Apenas un amasijo de carne, vísceras y huesos astillados; pudo identificar la columna vertebral, partida; el cráneo, reventado. Si reconoció en ese despojo a su hija fue solo por un jirón de pelo rubio aplastado contra los cojines. Manchado de coágulos y sesos. Sintió nauseas, miedo y desesperación. Horror quizá. El olor pareció atravesarle el cerebro y por un momento perdió el sentido del tiempo y del espacio. Se tambaleo y calló sobre la alfombra húmeda de sangre, roja y espesa. Seguramente gritó.

VII

El sonido de sus propios pasos le despertó. Estaba en la cocina buscando algo, un cuchillo, si, un cuchillo. Uno grande de esos grandes que su mujer había comprado. Le tembló la mano cuando lo agarró por la empuñadura plástica. Oyó un débil sonido en el piso de arriba.

VIII

Subió las escaleras como en un sueño, estas llevaban a los dormitorios. Los veintitrés peldaños forrados en moqueta fueron apenas una nube. Recordando a la pequeña Susana. Su pelo rubio. Sus ojos inocentes de solo cinco años. Sus entrañas brillantes.

Llegó al pasillo que llevaba a su dormitorio y tembló. Y por primera vez supo que era el verdadero miedo. Había decorado el pasillo con reproducciones de los Caprichos de Goya. Le parecían divertidos y un poco perversos. Perfectos para decorar su camino al dormitorio. Pero ahora se le hacían grotescos, horrendos. Como prediciendo los horrores que esperaban apenas unos metros mas allá. Como si siempre hubieran sabido que ocurriría esto.

IX

Tembló…

C8 C3 C9 C19

 C24  C62

C75 C56

C64 C59

 

X

La puerta estaba entre abierta, las luces encendidas. Su legua pegajosa del olor de la sangre. Su ángel, su preciosa mujer cubría la cama, las paredes y el suelo. Entonces se dio cuenta de que la quería, que siempre la había querido. La había amado y lo sabía ahora que no quedaba de ella más que despojos. En un rincón, junto a un lámpara caída había algo. Era el pez más grande, el caníbal más monstruoso. Si Raúl luchó o no apenas importa. El dolor de sus músculos al ser desgarrados, el de sus nervios al ser seccionados, el de su sangre calentando el suelo, el sabor dulce de la muerte sobre sus ojos. No importan. Nada importa cuando caes bajo tus propias reglas

lunes, 9 de marzo de 2009

Llevo varios días pensando... en hacer una nueva entrada en este blog. Tenia por título “Historias prohibidas I” e introducir bajo ese rótulo una de tantas historias sin publicar. Algo de eso que te da miedo que vean los demás. Por otro lado también pasó por mi cabeza escribir algo nuevo para introducirlo como “historia prohibida”.
Pensaba todo esto mientras venía de la caja de ahorros “Caixa Catalunya”. Había sacado un reluciente billete de 20€ que me deslumbro con su color azul...antes de ir a parar a la oscuridad de mi cartera. Bueno, en el trayecto de vuelta me encontré a un hombre anciano que desde el otro lado de la calle me “chistó”. Le miré y el, ladeando la cabeza, me indicó que mirara mas a la derecha, así lo hice y mi vista vagó por el verde satinado de los contenedores de basura y cuando llegue al final de la fila apareció, tras los cubos , una perdiz caminando tranquilamente. Miré al hombre como preguntado “¿Pero que....?”. Este me gritó algo de la atrajera hacia él. Así crucé la carretera y la asusté. Hay que decir que el pájaro más que asustarse se fue, decepcionado, hacia un portal y entró por la puerta abierta. Entonces comprendí que la perdiz era la mascota del anciano, que con un apresurado “Gracies” entró en el portal y cerró.
Esta misteriosa escena dejó abierta mi mente a imaginaciones secretas. Si no recuerdo mal...

- El patio-

José Antonio rondaba los setenta y muchos, sus ojos no dejaban duda alguna de que en esta vida el dolor había devorado todo lo que le importaba. Por eso vivía como vivía, sin importarle el mundo y sus vicisitudes. Su casa era un edificio destartalado y abandonado por el resto de inquilinos, contaba con un antiguo ascensor de poleas y un patio interior no muy grande y poco luminoso. Olía a humedad y vejez en las escaleras, en el patio sin embargo lo que dominaba era el agrio olor a granja.
Su casa era un rescoldo frío de la vida austera de un granjero. Un granjero en la ciudad. Entre sus posesiones estaban ocho gallinas, un cerdo mediano, varias palomas capturadas y hasta una jaula con una cantidad sorprendente de conejos. Después estaba “Montse”, su perdiz. Ella era toda su compañía. José Antonio se jactaba en su soledad en comprender las miradas vacías de Montse así como sus necesidades y pensamientos.

Por las noches salía con su carro a buscar los desperdicios de los mercados para alimentar a sus animales y a él mismo. Vagaba hasta los antiguos mercados que cada día se ennegrecían mas por el paso del tiempo y donde los puestos morían con sus dueños, allí cogía todo lo necesario para sobrevivir. No necesitaba ni quería más.
No es de extrañar que José Antonio no fuera muy querido. Su aspecto sucio y el desagradable olor de su hacienda lo enemistaban con sus vecinos. Tampoco ayudaba su actitud hosca y taciturna. Sus relaciones sociales se limitaban a murmullos, y sus conversaciones a un único interlocutor; Montse, la perdiz.

José Antonio nunca comprendió por que querían desalojarlo. Cuando la policía llego para avisarle les ignoro. Pensó que le dejarían en paz. Pero las desgracias atacan al alma y no suelen perdonar. Así llegó el día en que la policía abrió su endeble puerta de vidrio y metal pintado. El estaba en su patio, dando de comer a sus gallinas, palomas, conejos y cerdo. Y por supuesto conversaba con Montse. “Mira que lechuga mas hermosa he encontrado, la gente esta loca tirando cosas tan buenas...” Le decía José Antonio a Montse. Esta le miraba con interés mientras picoteaba el suelo sucio de desperdicios. Entonces oyó como se partía la cerradura, vio como un tropel de policías le decían algo de abandonar el edificio. Oyó sus propios gritos.
Montse se asustó y huyó entre las gallinas. Montse no pensaba, pero si miraba, oía. Y sentía. Vio como su compañero se revolvía, vio sus ojos cuajados de lágrimas y de furia. Oyó sus gritos de locura, sus gemidos de impotencia. Sintió su horror, sintió la muerte venirle de dentro. Sintió su corazón detenerse. Sintió toda la tristeza al verle caer. Montse murió de pena junto a José Antonio.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Hasta hace unas semanas el que aquí escribe estudiaba Bellas Artes, 3º para exactos. La verdad comencé la carrera solo queriendo “dibujar” y claro, entonces empiezas a comprender que te has metido en algo mucho mas grande. Se llama Arte. También te das cuenta que la mayoría de los alumnos y profesores usan esa palabra para excusarse en su pereza. Me refiero a esos profesores que no van a clase o a esos alumnos eternamente durmiendo borracheras. No es que yo hiciera más que nadie, pero realmente me llego interesar el concepto de “Arte”. Empecé a pensar en “Arte” y en “Obras de Arte”.
Así nació en mi el placer de contemplar y pensar en Kandinsky, Francis Bacon, James Turrell, Matisse, Rothko. Conocí de primera mano a Zobel, Antonio Lopez, Saura. Y tantos otros.
Recordaba todo esto una noche, hace unos días mientras paseaba a mis perras, Min y Ginebra, por el parque Vallparadis de Terrassa. Este parque me recuerda a una serpiente; es un camino largo y sinuoso y a sus costados se abren zonas verdes y parques infantiles.
Ese día no había ni viento ni frío. Las perras estaban oliendo un árbol, buscando información de la pequeña cultura social de los perros. Para apartar mis pensamientos de ciertos recuerdos... contemplé el árbol.

Miré el árbol, como si nuca antes hubiese visto uno. Intenté observarlo como si el concepto de árbol no existiera en mi mente. Y lo que ví es lo siguiente;
Una forma vertical, de irregularidad orgánica pero dura se levanta desde el suelo , es de color pardo. Como una espina clavada en el suelo. A cierta altura parece que la estructura principal estalla en todas las direcciones en subdivisiones mas finas y cortas cada vez. Da miedo pues es duro y afilado. Da miedo pues es perfecto.
Eso me recordó la fabula del escultor obsesionado con los árboles. La leí en segundo de carrera. Y al menos se de tres versiones distintas que cambiaban sobre todo en el marco histórico. Yo solo conozco dos de ellas; una situada en la antigua Grecia y otra en el París de principios del siglo XX. Os contaré la que a mi mas me gustó. La que esta ambientada en Paris en plena época de las vanguardias artísticas.

En los primeros años del siglo XX París vivía una orgía de movimiento. Era el centro del mundo, el centro del arte. Las mas increíbles teorías artísticas se discutían en los cafés. Picasso y Braque daban sus pinceladas cubistas y Dalí, como una tormenta en el horizonte, estaba por llegar. En ese delicioso caos de actividad y de ideas se encontraba un escultor. No era francés, se decía que venía del este, de algún país poco definido entre Europa y Asía. Su nombre era Cezar, y si tenía apellido nunca lo usó.
Solía ir por los concurridos cafés que frecuentaban los primeros surrealistas Se dice que entablo amistad con el poeta dadaísta-surrealista Tristán Tzara. Y aunque se codeó con todos los movimientos y todas las personalidades nunca fue uno de ellos. No le interesaba la violencia del cambio, no le interesaban los recovecos del subconsciente.
Por ello era un habitual del Tilleul. Un café oscuro donde las preguntas no eran bienvenidas y solo estaba animado por un viejo gramófono con versiones inaudibles de música de Wagner.
Cezar tenía una obsesión especial. Como escultor había llegado a la conclusión que no había mayor perfección dominando el espacio que la forma compleja de un árbol Que se extiende en todas las direcciones, como una explosión estática. A su vez no veía mayor belleza que el del cuerpo desnudo del ser humano. Mucho tiempo estuvo contemplando la insuperable escultura de Dafne. Trasformándose en Árbol; las delicadas ramas, las hojas casi tan finas como el papel.
Normalmente después de beber marchaba a su estudio, al sur de Montparnasse, lo suficientemente lejos del resto de artistas y cerca de un parque de tilos, hoy desaparecido. Solía quedarse en este parque horas, pensado en como recoger esa esencia de “Árbol”.

Por las mañanas trabajaba. Sus últimas obras consistían en hierro soldado. No hacían si no imitar a los árboles. Ramificándose. El veía en esas esculturas el vacío de aquel que solo copia a la naturaleza creyéndose alcanzar algo y las desechaba airado.
A media mañana, cuando la luz entraba por la ventana haciendo que el desordenado estudio cobraba vida, llegaba su modelo.
La modelo si que era francesa, pero no parisina. Decía venir de un pueblo del sur, y le encantaba describir sus paisajes y sus gentes. Y como había llegado a Paris en busca de fortuna como cantante y actriz. Se hacía llamar Anita. Mientras se desnudaba su tono solía volverse melancólico, como sus sueños truncados. Cezar apenas si la escuchaba. Pero la miraba, la analizaba como artista con su ojo deshumanizado y la deseaba como hombre. Era bella, su cuerpo era delgado, y las proporciones eran adecuadas. Tenían unas piernas largas y unas manos con dedos angulosos y afilados. Su pelo moreno solía llevarlo recogido, pero sabía que era largo y salvaje. Y sus ojos abultaban desde el interior, dándole un aspecto extraño que el no podía si no destacar.
El escultor opinaba que si no se hacían apuntes del cuerpo humano y bocetos en barro uno se oxidaba y se echaba a perder porque olvidaba la técnica y la belleza del cuerpo.

Hago un inciso, en la versión griega de esta historia Anita es un joven adolescente masculino de belleza deslumbrante y exquisito pudor. Bueno prosigo con la fábula.

Cezar solía empezar con apuntes al natural de su modelo desnuda pero solía terminar la sesión con extraños dibujos de formas hibridas entre Anita y un Tilo, entre Anita y un Pino, entre Anita y un Sauce. Al final los árboles desprovistos de hojas se convertían en sus propias esculturas sintéticas. Y la mujer se unía a ellas, en una forma hibrida que su parte de hombre las notaba como eróticas.
Finalmente cada mañana despedía a su modelo y revisaba el trabajo hecho. Nunca estaba satisfecho, sus esculturas le parecían frías y sus dibujos incompletos en su bi dimensionalidad.

Si, como habrás adivinado Cezar en su amargura y obsesión empezó a perder la paciencia y la orilla de la realidad. Las peleas con la modelo empezaron pronto. Ella no alcanzaba lo que el denominaba “expansión estática” y terminaba despidiéndola a gritos cada mañana. No mejoro cuando en una exposición una de sus piezas fue ridiculizada por los cubistas. Que la veían ridícula y falta de agresividad y visión.
Cezar no volvió por mucho tiempo a los cafés, y pasaba el tiempo borracho en su estudio, adelgazando y dibujando en parques y jardines. Destruyó gran parte de sus obras y se quedo estancado. Sin saber que hacer fue llegando la fecha de la gran exposición que todo artista incipiente podía hacerse un nombre.

En los cafés sus antiguos amigos se preguntaban por Cezar, hacía semanas que no venía y además, ni siquiera aparecía por el parque. Dicen que Tristán echaba de menos especialmente a Cezar y que en alguna ocasión osó ir a buscarlo a su estudio. Pero no consiguió ni que le abriera la puerta. En los cafés se comentaba que se había fugado con Anita a un pueblo perdido del sur de Francia donde se plantan girasoles. Se rieron de esa supuesta historia durante días, añadiéndole detalles morbosos y explícitamente sexuales.

Llegó el día de la gran exposición. Todas las miradas estaban puestas en los nuevos maestros, ya fueran Picasso o Matisse o alguno de esos nuevos surrealistas. Las pinturas, todas envueltas en un movimiento interno que solo ellas mismas eran capaz de explicar, colgaban de las paredes. Unas pocas esculturas y objetos se diseminaban por aquí y por allá. Algunas aun cubiertas, sin haberse presentado al público. Por allí deambulaban artistas que comentaban sus obras, amigos de estos y algún coleccionista que gustaba de arte moderno y extravagante. Mención especial para los críticos, que vestidos con ropas oscuras parecían espiar desde las esquinas con sus narices de cuervo y su abultada soledad.
No pocos repararon en Cezar, y en su obra aun cubierta por una tela blanca. Se dice que cuando la tela descubrió la obra el mismo Picasso se quedo sin palabras. Aun cuando la policía se llevo al desquilibrado artista la obra permaneció allí durante horas. Anita miraba desde el pedestal de sus raíces, atravesada por decenas de ramas de acero, con una belleza que pronto se marchitaría con la putrefacción.


Ya, y me preguntareis “¿Si es una fábula donde esta la moraleja? ¿Y los animales que hablan?" Bueno, esta fábula tiene todo eso; te enseña el vacío de nuestras obsesiones frente al mundo, y los animales... los animales somos nosotros.

viernes, 6 de febrero de 2009

La realidad logra imponerse. Siempre, es como el agua. Logra imponerse a lo largo del camino diario, por ejemplo hoy podría ser: Ver a una persona. Una persona consumida por la enfermedad y la injusticia. Traicionada por sus errores.
No, nada de historias tristes. Hoy la cosa va de café. Si, esa bebida que nos diferencia de los animales. El café me encanta. Pero me encanta sobre todo el café de cafetería. Entras en una cafetería y entras en una encrucijada. En un lugar de encuentros.

Con leche, muy caliente. Llega el café y uno no puede evitar observar a la gente y escuchar sus conversaciones. A imaginar su vida.


-Historia nº1: La bella sin bestia.-

Apaga el cigarrillo, empezar a fumar había sido algo infantil. Su café con mucha leche ya estaba frío. También habían sido infantiles sus últimas acciones. Todo es muy bonito cuando se cree que se tiene la razón. Cuando se cree que las cosas se hacen por motivos verdaderos. Pero la realidad sabe hacerse un hueco. Y ahora ella estaba sola. Por sus decisiones. Era como empezar a fumar; una estupidez.

-Historia nº 2: Un descanso con cerveza.-

La primera cerveza. Y solo son las diez de la mañana. No, sabe que no esta bien. Pero acaba de volver del paro y no le apetecía entrar en casa. Eso le hacía sentirse mas inútil aun. Y mira que a sus años nunca había pasado por esto. Pero la crisis existe, y las fábricas cierran. Y nadie quiere a un soldador de chapas de cincuentaitantos.
Bueno, solo era una pausa. Podía tomárselo como un descanso. Si, solo es un descanso. Le apetece otra cerveza.

-Historia nº3: La conversación de las mujeres sin alma.-

Se abre el telón. Sobre el escenario se ve una mesa de cafetería con dos cafés casi terminados. Al fondo la barra y el camarero. Dos chicas están sentadas a la mesa. Una rubia y otra morena. Ambas están enfrascadas en una suerte de conversación:

Morena: -Pues si tía, me llamo el David y no sabes lo que me dijo.-

Rubia: -¿El David? ¿Pero no le habías dejado claro que te dejara en paz?- La rubia pone cara de incredulidad.

Morena: - Pues ya ves, tía, me dijo que si cambia de opinión y dejaba al Jona le llamara. Que me seguía queriendo y tal.-


Rubia: - Anda, que ibas a volver con el. Con lo bueno que esta el Jona. Que gilipollas-

Morena: -Ya ves, es que el David no quiere entender que lo nuestro acabó. Que duró lo que tuvo que durar.-

En ese momento la chica hace como que llama al camarero pidiendo la cuenta. Aparece el camarero, con delantal negro, y deposita la cuenta sobre la mesa.
Rubia: - Yo invito, que ayer pagaste tu.-

La morena se pone reticente pero acepta que su amiga pague los cafés. Reaparece el camero y se lleva el dinero y la cuenta. Se cierra el telón y la sala se queda a oscuras.

Historia nº4: Notas de prensa

Esta leyendo. Su café humeante tras la pantalla del periódico. El periódico, como un cine le cuenta la película de hoy.

La portada
Guerra....taitantos muertos. “Malo malo.”

A ver.
Crisis. ...tasa de desempleo ha subido hasta.... “Joder, que mal” ...El presidente se reunirá con los empresarios y los sindicatos... “Anda que van a arreglar algo esos”. Se prevee que entraremos en recesión en... “Uffff...Paso de leer esto.”

El Pasa-paginas.
ETA...La Duquesa de Alba... Fuertes nevadas... El viento...Los Goya pasados por agua... Bacon llega a Madrid...El Barça sigue imbatible...Expulsado... Nadal.. .Alonso... “Es que siempre es lo mismo...”

El café.
“Que mal esta la cosa, mala mala. Mmm..... Que bueno está el café.”


Historia nº5: Dos hombres y un café.

Sobre la mesa, un solo café humeante. Dos hombres sentados cara a cara. Se miran. Uno de ellos lleva una camisa sin corbata y esta visiblemente nervioso. El otro enfundado en un traje negro a medida sonríe ampliamente. Un solo café.
-¿Eso es todo lo que quieres?- Pregunta el hombre del traje.
-Si, es todo.- Es la respuesta del hombre nervioso.
-Puedo hacerlo. Ya sabes el precio.-
El hombre de camisa blanca se queda pensativo.
-Hazlo. ¿Cuándo sabré que ha funcionado?-
-Ya esta hecho.
-¿Ya? ¿no tengo que firmar nada?-
-No, en estos asuntos los hechos valen mas que cualquier palabra. He de irme.-
Sin despedirse le hombre de traje se levanta de su silla. Sale por la puerta de cristal y desaparece en la calle.
El hombre de blanco coge aire, como si llevara dos minutos sin respirar. Mira el café, lo coge para llevárselo a los labios pero se quema con el asa de la taza y derrama todo el café, manchándose la camisa, quemándose la piel.


Lo siento, uno no puede evitarlo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Estaba preparando una entrada desenfadada sobre el fin de semana, sus conciertos y el día de hoy; mi cumpleaños. Pero se ha quedado a mitad. Me pudo la ansiedad otra vez. Vivimos en un mundo de polución. Todos escribimos demasiado, hacemos demasiadas cosas. Tres mil millones de blogs, paginas de opinión y comunidades de intereses compartidos. Otros tantos libros de conspiraciones y recuerdos. Películas de masturbación de clichés y guiones mil veces vomitados. Juraría que el aire esta viciado de palabras, música, imágenes y tendencias. No tengo pruebas pero debe haber alguna relación con el aumento del cáncer alrededor del mundo. Y yo aquí aportando mi granito de arena por la muerte del alma del mundo.

Puedes considerar esta entrada una salida tangente a la línea diagonal que sigue el blog. Puedes intentar imaginar una escena. La cortaré a cuchillo del tiempo y el espacio al cual pertenece.

-Corte-

Estás en mis ojos. Y mis ojos están en mi cuerpo conectados a mi cerebro. Piensas lo que yo pienso, ves lo que yo veo.
Veo, veo... ¿Que ves?
Una sala oscura iluminada. No es una contradicción; estás en un concierto. Lo sabes por que yo lo se. El escenario, queda a tu derecha. No, no lo estás mirando. Tu cuerpo, mi cuerpo, está detenido en pleno movimiento. Este movimientoo hace que realmente la escena no esté nítida, además tienes mucho pelo, húmedo por el sudor, pegado en tu cara. Delante de mis ojos hay una persona que rebota, rebota despedido por un golpe que acaba de recibir desde la izquierda. El chico lleva el pelo largo, gafas y parece mejicano. Lleva chupa de cuero, puedes ver la luz roja del escenario brillando en ella y en el sudor de su frente. Su cara se debate entre la confusión y el éxtasis. Le vas golpear dentro de un segundo, quizá menos. Es lo que yo pienso. A tu izquierda ves la causa del rebote del chico mejicano; una maraña de dos chicos y una chica.
Te fijas en la chica, como hago yo. Lleva un chaleco vaquero, es azul lleno de parches. El color lo sabes por que lo he visto antes. Su pelo es negro y enmarañado. Es mucho mas baja que yo, así que queda en línea oblicua descendente desde mis ojos. Su cara solo tiene furia para mi, para ti, te mira, pero no sabes si te ve. Está golpeando, de manera violenta, a uno de los chicos; lleva el pelo largo, no puedes verle la cara. Este está inclinado por el golpe y a su vez golpea al tercero, que siendo tan alto como yo puedes ver su cara; ojos cerrados sin sentir mas que la música y la violencia. Al menos eso pienso.
Sabes, como yo se, que no vas a poder golpear al chico mejicano. En la zona del omóplato izquierdo notas un golpe. No te hace daño, es blando. Supones que es de un hombre gordo y grande. Lo has visto antes; lleva la cabeza rapada y cara de gorila bestial. El golpe será de su cuerpo que es tan blando que solo te empuja.. Paralizado en tus oídos hay un zumbido, es la música mezclada con el fervor de la gente. Te gusta porque a mi me gusta. Prepárate en cuanto este corte no sea tal esto va a continuar. Lo mejor es que no sabes a donde vas a ir a parar, sabes que el golpe desde tu espalda te va a mandar disparado y con fuerza. Puede que golpees al chico mejicano, puede que el movimiento haga que me dirija hacia la izquierda y golpee a la chica. No vas a tener miramientos si pasa esto. Yo no los tengo, ella se ha metido aquí y esta dando mas que nadie. Puede que atravieses toda esta escena y vayas hacia delante. Yo se que allí solo hay mas gente y mas golpes. Tú lo sabes. Y sonríes por que yo sonrío. Que continúe la violencia.

-Corte-

¿Has podido imaginarlo? Eso fue autentico. Un instante auténtico. Sin polución mental. Guárdalo, no creas que hay muchos.

miércoles, 28 de enero de 2009

Hola, la primera vez que tuve la idea de crear un blog llamado "Realidad Diagonal" fue con el siguiente relato, que era ya en si una realidad diagonal entre lo ficcticio y lo real.

Esta sería la primera entrada real del blog.

Es primavera.

Es primavera pero tengo un examen de Minimalismo. Voy hacia la universidad, perdón, facultad, mientras tanto hago un pequeño repaso; Donald Judd, Carl Andre, Sol Le Witt, Robert Morris, Dan Flavin. Formas básicas, exaltación de la percepción, cubos, cajas y baldosas. Simple, como sus nombres monosilábicos, Judd, Carl, Sol, Dan...¿Morris? Bueno, suena tan aburrido que se le puede considerar monosilábico.

La facultad, ladrillos rojos y vidrio, en el sótano están las clases de escultura., así que bajo las escaleras recubiertas de plástico negro. Me cruzo con Escribano que al igual que yo va al examen, aunque no recuerdo su nombre le saludo y el me corresponde como norma en esto de la sociedad. Parece cansado, claro, habrá estado estudiando intensamente. Me adelanta en silencio.
Llego a la clase iluminada por tubos de neón blanco, muy apropiado. Antes de ser consciente del olor sintético de los pupitres ya tengo el examen recortado contra la superficie verde. Reza: Minimalismo: Andre, Judd, Le witt, Falvin. Falta Morris, por aburrido, he de suponer. Con una rapidez poco razonable mis compañeros empiezan a escribir. Respiro y miro alrededor; Escribano, pálido y sudoroso ataca la superficie del papel de manera dramática. Una alumna poco agraciada me devuelve la mirada con la expresión de quien asume estoicamente un suspenso merecido. Con normalidad fingida alcanzo el boligrafo negro y respondo lo que se supone que debo responder. Empiezo en orden, no soy quien para alterar el orden de aparición de los actores.

Tras haber terminado con autor y medio de manera fría y sintética hago un alto. Mi compañera del suspenso asegurado ha desaparecido. Seguramente habrá decidido que tiene algo mejor en que gastar el tiempo que figurar en una clase de atareados alumnos que si responden, aun que sea mal. Mi mirada no puede si no detenerse sobre mi compañero Escribano, parece enfermo: Gruesas y pesadas gotas de sudor resbalan por su piel que a las luces del impersonal neón esta pálida y de aspecto ceroso, en ese momento su cráneo me parece demasiado grande y abombado. Su pie derecho se mueve nerviosamente y casi podrías jurar que su bolígrafo humea mientras responde al examen. Su pasión enfermiza me desalienta, ¿realmente hay tanto que decir de un movimiento denominado Minimalismo? Con un esfuerzo supremo continuo con mi examen no sin antes echar un vistazo a la dura mirada de rapaz del profesor.
Termino el examen con holgura de tiempo y lo entrego doblado y firmado como corresponde. En el pasillo los muros de ladrillo seco y rojo me reciben con una actitud indiferente. Apenas uno segundos mas tarde me adelanta Escribano, mi compañero, que anda deprisa mientras comento los pormenores del examen con algún compañero. Afilo mi mirada cuando pasa; anda casi tambaleante, se apoya en las paredes de áspero ladrillo y cemento. Su aspecto ha empeorado y su piel no mejora cuando su destacada blancura se agudiza. Dejo a mis habladores compañero para seguir a Escribano que sube las escaleras con pesadez. Sus ojos hinchados parecen intentar explicar que enfermedad incuba y su despejada frente parece aumentar de tamaño a cada paso. No es si no cuando se apoya en un rincón cuando me sorprende una esquina que parece presionar la cabeza de mi pobre compañero desde el interior. Que sorprende e interesante, me digo. El olor a productos de limpieza en el pasillo no hace si no dramatizar el orgánico aspecto de mi compañero.
Le sigo unos metros más y cuando apenas ha dado unos pasos en el vestíbulo principal su cráneo parece no aguantar tanta presión, lanza un grito que corta el aire cuando su cabeza estalla desde el interior, dando aluz un perfecto cubo blanco de unos dos metros de lado y esparciendo trozos de su cuerpo alrededor. El material, sintético e industrial esta manchado de sangre y siento la mirada aprobadora del profesor y de mis compañeros presentes cuando pido algo para limpiar tan perfecta superficie de esos ingratos trozos de carne blanda y hueso astillado.
El cubo permanece por tres días en el vestíbulo, con el agradable olor a lejía adherido a el, dejándose admirar en toda su sencilla hermosura. Entiendo cuando lo retiran lo padres de Escribano, imagino que con alegría de que su hijo lograra tal obra antes de morir.

domingo, 25 de enero de 2009

Hola, bienvenido a realidad diagonal.

Intenta imaginar. Estaba sentado en el asiento de copiloto de un monovolumen grande. Había dejado tercero de Bellas Artes a medio terminar y una relación. Esta terminada del todo. Sin embargo si que tenía setenta euros en en el bolsillo y un jerbo en un taper de restaurante chino. Este estaba tranquilo mientras pasabamos un tunel hacia Madrid. Salamanca-Madrid-Barcelona. Un viaje de regreso, si se puede llamar así. Yo llorando en silencio, mi jerbo, Brush, durmiendo. Era demasiado tarde para el, a partir de las diez y media Brush siempre duerme. Lo agité y lo desperté. Me miró como diciendo "¿Por que me despiertas si aun no hemos llegado?".

Conducía la madre de esa relación terminada. Para añadir tensión; no hablaba. Para añadir mas tensión; no me miraba. Detras el padre de la relación terminada ni hablaba ni se movía. Al final del tunel nos esperaba la niebla y entre ella la ciudad; Madrid. La tensión continuó incluso cuando hablamos.
Me dije: "Que raro, esto es demasiado intangible, quizá no sea real del todo."
Derrepente estabamos en Av. America, en la subterranea estación de autobuses comprando un billete. Cuando era la hora de las brujas ya estaba sentado en el último asiento de un autocar. Brush en mi mochila pasaba desapercibido en su tranquilo sueño. Me despedí con la mano y me tome una deliciosa pasatilla antidepresiva.
El autocar era una pintura del Bosco. Caras extrañas y urañas y sonrisas mas ajenas aún. El color también estaba asegurado con la diversidad de etnias y lenguas. El olor sintético de los asientos se mezclaba con el de la carne y la humedad. Delante mío una anciana de algún lugar de America del Sur decidió echarse todo respaldo hacia atrás. "No pasa nada" Me dije a mi mismo. A mi izquierda se sienta un hombre de cara seria y etnia desconocida para mi. Cruza los brazos. Se remueve. Bufa. El autocar arrancó y en menos de tiempo del que me di cuenta estabamos en un autopista llena de niebla cremosa. Yo pense que seguramente la niebla no era si no algun extraño fenomeno de la depresión que intentaba desdibujar la realidad. Vi un tren, sus luces traseras, ibamos a a adelantarlo. "Que grande es" me dije. "Es enorme". Cuando se transformo en un Club de carretera no hice preguntas e intente dormir.
Me desperte y mi compañero de asiento no estaba. Que misterioso. Quiza estuviera en el baño o buscando algo que había perdido. Imaginé que podría haber perdido su certeza, o su destino. Levante la vista por el autobús. La pintura del Bosco mostraba los fuegos sobrenaturales de los focos de los vehiculos que recortaban las figuras sentadas. Me dormí y me volví a despertar. Dejando sueños sobre la ventana del autocar, los intenté identificar pero se desperezaron y desaparecieron dejando apenas un jirón de imaginación.
Mi compañero sigue sin aparecer "¿Quizá nunca ha existido? Yo que recuerde este asiento estaba libre cuando elegí el mío. ¿Puede ser que la depresión y las pastillas me ha hayan confundido?" Entre estos pensamientos me di cuenta que Brush se impacientaba. Así que intente disimular sus arañazos con movimientos y le cubrí. Le imaginé mirandome con sus ojos negros "¿Pero no ves que estoy encerrado en un taper para comida? ¿Que significa esto?"
Fuera la niebla seguía siendo espesa, blanca e infinita. Y recordé a Poe:

"Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonor?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonor!”
Apenas esto fue, y nada más."

Volví a caer en algún turbio sueño, y al despertar mi compañero había reaparecido. "¿Como es posible? Lo habría notado al sentare." No sin angustia pensaba que ese espectro no era creación de mi mente y que debía ser una persona real y que su desaparición no había sino un sueño.
No tardó mi compañero en deslizarse bajo el asiento, hasta el suelo, como una serpiente enfadada. Yo sorprendido comprendí. Esta durmiendo en el suelo, nada mas; había estado alternando entre el suelo y el asiento y de ahí sus desapariciones.
Mi viaje continuó, largo y extraño. Dejando lo que había sido mi vida atrás y sin ningún plan o idea de que hacer a continuación. Aunque era lo mejor, decían todos: "En tu estado de ánimo no peudes continuar el curso ni estar solo." Quizá lo dijo una psiquiatra. Que importa.

A las siete y media de la mañana llegué a Barcelona. Mi jerbo histérico clamaba una explicación y mi hermano me saludaba y yo dudaba de la legitimidad de la realidad. Días despues mi hermano me dijo que tendría que escribir un blog para decir todas las chorradas que solía exclamar como "¡Estoy harto!! Voy a cojer una una mochila y voy a meter unos calzoncillos dentro y me voy a ir a Groenlandia aunque seguro que me secuetra un viejo y me viola." Me pareció buena idea, pues ya le estaba dando a la cabeza sobre crear un blog.
"Mira", le dije. "Lo llamaré realidad diagonal, por que no es una realidad real del todo, es diagonal, entre esto y aquello." Y mi hermano se rió y dijo que era buen nombre.

Si has leido todo esto hasta ahora pues quizás quieras continuar otro día. Bienvenido a Realidad Diagonal