lunes, 9 de marzo de 2009

Llevo varios días pensando... en hacer una nueva entrada en este blog. Tenia por título “Historias prohibidas I” e introducir bajo ese rótulo una de tantas historias sin publicar. Algo de eso que te da miedo que vean los demás. Por otro lado también pasó por mi cabeza escribir algo nuevo para introducirlo como “historia prohibida”.
Pensaba todo esto mientras venía de la caja de ahorros “Caixa Catalunya”. Había sacado un reluciente billete de 20€ que me deslumbro con su color azul...antes de ir a parar a la oscuridad de mi cartera. Bueno, en el trayecto de vuelta me encontré a un hombre anciano que desde el otro lado de la calle me “chistó”. Le miré y el, ladeando la cabeza, me indicó que mirara mas a la derecha, así lo hice y mi vista vagó por el verde satinado de los contenedores de basura y cuando llegue al final de la fila apareció, tras los cubos , una perdiz caminando tranquilamente. Miré al hombre como preguntado “¿Pero que....?”. Este me gritó algo de la atrajera hacia él. Así crucé la carretera y la asusté. Hay que decir que el pájaro más que asustarse se fue, decepcionado, hacia un portal y entró por la puerta abierta. Entonces comprendí que la perdiz era la mascota del anciano, que con un apresurado “Gracies” entró en el portal y cerró.
Esta misteriosa escena dejó abierta mi mente a imaginaciones secretas. Si no recuerdo mal...

- El patio-

José Antonio rondaba los setenta y muchos, sus ojos no dejaban duda alguna de que en esta vida el dolor había devorado todo lo que le importaba. Por eso vivía como vivía, sin importarle el mundo y sus vicisitudes. Su casa era un edificio destartalado y abandonado por el resto de inquilinos, contaba con un antiguo ascensor de poleas y un patio interior no muy grande y poco luminoso. Olía a humedad y vejez en las escaleras, en el patio sin embargo lo que dominaba era el agrio olor a granja.
Su casa era un rescoldo frío de la vida austera de un granjero. Un granjero en la ciudad. Entre sus posesiones estaban ocho gallinas, un cerdo mediano, varias palomas capturadas y hasta una jaula con una cantidad sorprendente de conejos. Después estaba “Montse”, su perdiz. Ella era toda su compañía. José Antonio se jactaba en su soledad en comprender las miradas vacías de Montse así como sus necesidades y pensamientos.

Por las noches salía con su carro a buscar los desperdicios de los mercados para alimentar a sus animales y a él mismo. Vagaba hasta los antiguos mercados que cada día se ennegrecían mas por el paso del tiempo y donde los puestos morían con sus dueños, allí cogía todo lo necesario para sobrevivir. No necesitaba ni quería más.
No es de extrañar que José Antonio no fuera muy querido. Su aspecto sucio y el desagradable olor de su hacienda lo enemistaban con sus vecinos. Tampoco ayudaba su actitud hosca y taciturna. Sus relaciones sociales se limitaban a murmullos, y sus conversaciones a un único interlocutor; Montse, la perdiz.

José Antonio nunca comprendió por que querían desalojarlo. Cuando la policía llego para avisarle les ignoro. Pensó que le dejarían en paz. Pero las desgracias atacan al alma y no suelen perdonar. Así llegó el día en que la policía abrió su endeble puerta de vidrio y metal pintado. El estaba en su patio, dando de comer a sus gallinas, palomas, conejos y cerdo. Y por supuesto conversaba con Montse. “Mira que lechuga mas hermosa he encontrado, la gente esta loca tirando cosas tan buenas...” Le decía José Antonio a Montse. Esta le miraba con interés mientras picoteaba el suelo sucio de desperdicios. Entonces oyó como se partía la cerradura, vio como un tropel de policías le decían algo de abandonar el edificio. Oyó sus propios gritos.
Montse se asustó y huyó entre las gallinas. Montse no pensaba, pero si miraba, oía. Y sentía. Vio como su compañero se revolvía, vio sus ojos cuajados de lágrimas y de furia. Oyó sus gritos de locura, sus gemidos de impotencia. Sintió su horror, sintió la muerte venirle de dentro. Sintió su corazón detenerse. Sintió toda la tristeza al verle caer. Montse murió de pena junto a José Antonio.

5 comentarios:

Arkhausto dijo...

A mi me ha recordao a la pelicula... y lo de "ascensor de poleas" me ha hecho gracia xDDDDDDDD ala a cenar (perdiz) xD

SAludos Arkhaustiles! Arrr!!!

Rebeca dijo...

Una romántica muerte...

¿las perdices tienen alma?

Sentei dijo...

joer pobre jose antonio a sus años la indigencia se le hara muy dura, a el y a su perdiz. Prometo sacarlos a ambos en alguna de mis tiras para darles algo de alegria merecida

Undroydproject dijo...

Sentei... te tomo la palabra XDDD

エリザベート dijo...

Añadir? Un animal la mayoria de veces es uno de los mejores amigos y que te pueden comprender (o no).
Quiza esa perdiz si tenia corazon.